Concurso de Microrrelatos

Queridos amigos y amigas,

La Comisión Organizadora de Olivetti 100, convoca un concurso de MICRORRELATOS «Olivetti100» con las siguientes bases:

1.    PARTICIPANTES. Pueden participar todas las personas que, en algún momento, han pertenecido a empresas españolas del grupo Olivetti.

2.    TEMA. Los relatos deberán ser originales e inéditos.

3.    CATEGORÍAS. Se establecen tres categorías en función de la frase de inicio, los participantes elegirán obligatoriamente uno de los comienzos propuestos.

Categoría 1. “Llamó de nuevo al mecánico de Olivetti, seguía sin funcionar.”

Categoría 2. “Decidió no aceptar la oferta que le presentaba el vendedor de Olivetti.”

Categoría 3. “No firmó la nómina que le envió el Departamento de Personal de Olivetti.”

Bases del Concurso

Categoría 1. “Llamó de nuevo al mecánico de Olivetti, seguía sin funcionar.”

– LA CARTA DESCIFRADA –

Llamó de nuevo al mecánico de Olivetti. Seguía sin funcionar su Lexikon-80

Era viernes mediodía. Su editor acababa de darle un ultimátum: tenía 10 días. El mecánico hacía jornada intensiva. Y él continuaba enrocado en escribir sólo a máquina, porque sino se desconcentraba.

Y eso no era todo. Lo peor es que se le había atragantado esta novela y llevaba meses sin conseguir rematarla.

¿Quién le mandaría intentar reescribir invertida esa antigua novela suya?

La verdad es que era su favorita. Tuvo mejor venta que las otras y muy buenas críticas. Le encontraron hasta influencias surrealista-Buñuelianas en su estructura temática.

Solo veía dos alternativas:

Una: irse de fin de semana a Cadaqués, esperar que su Lexikon funcionara y acabarla como sea

Dos: marcharse a París y olvidarse de todo.

Se preguntaba cual habría elegido Buñuel, porque él no sabía por donde tirar.

Sí tenía claro que su vieja Lexikon, entrañable compañera, necesitaba y se merecía una jubilación.

Juan Maiques Azcárraga

 


Llamó de nuevo al mecánico de Olivetti, seguía sin funcionar, eso había hecho durante las últimas semanas y debería hacer ahora para que los mecánicos que unos días antes habían descubierto y resuelto el problema de su máquina volvieran y les pudiera agradecer su actitud ante los insultos y descalificaciones que ella les había proferido en su última intervención.

Desde entonces había podido comprobar el acierto en el diagnóstico de los mecánicos que habían tenido un comportamiento excelente ante un tema tan delicado y ella, en cambio, había reaccionado de una manera infantil y se había dejado llevar por un injustificado, excesivo e incontrolado pudor.

Ahora comprendía que si los mecánicos, después de innumerables visitas infructuosas, finalmente habían conseguido descubrir que cuando “la máquina saltaba espacios” era solo porque sus grandes pechos rozaban la barra espaciadora, no podían hacer otra cosa más que decírselo a ella y lo habían hecho con la máxima corrección y cortesía.

Antonio Ibars Roca

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– LA VENGANZA –

Llamó de nuevo al mecánico de Olivetti, seguía sin funcionar. Naturalmente. Ya le había advertido el técnico que en tres horas volvería con la placa. Pero ella tenía prisa. Estaba furiosa.

El ordenador, de marca japonesa, se lo había regalado su marido para tenerla entretenida. Él era un alto ejecutivo de una empresa española filial de la nipona. Dedicaba todas las horas del día a su trabajo en la empresa. Los japoneses son muy absorbentes. Los japoneses y una joven colega que le alegraba el poco tiempo que podía hurtar al trabajo.

El mecánico que le mandó su marido era un incompetente. Por eso llamó a Olivetti. Por eso y para vengarse. Solucionaría dos problemas de una vez.

El mecánico de Olivetti reparó la avería. Le llevó más tiempo del que pensaba, porque no contaba con una incidencia adicional. Cobró al contado y en moneda poco corriente. Ambos quedaron encantadísimos.

José Manuel Aguirre

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Categoría 2. “Decidió no aceptar la oferta que le presentaba el vendedor de Olivetti.”

Título :  Con rimas y con razón.
 
            Cambie usted su decisión 
            querido señor cliente
            vea , compare y escoja
            y acertará plenamente .
 
            No dude que su elección
            será la más acertada
            si selecciona Olivetti
            como opción más contrastada .
 
            Puedo darle referencias
            todas éllas ejemplares
            y algunas son muy cercanas
            de sus propios familiares .
 
            Decisiones de este tipo
            bien se deben meditar
            y si elige Olivetti
            no se puede equivocar .
 
            No precisa mucho espacio .
            Es fácil su instalación .
            Su coste es muy  razonable .
            Y es la mejor solución .
 
            Señor cliente , además ,
            la oferta es muy atractiva
            pues incluye un viaje
            para usted y alguna amiga .
 
            Y al igual que Olivetti
            entró en la globalización ,
            no dude SEÑOR CLIENTE
            cambie usted su decisión .
 

Jordi Calvet

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– EL VIAJE PREMIO –

Decidió no aceptar la oferta que le presentaba el vendedor de Olivetti. Quería la Editor 5, lo más nuevo en electroescritura. El concesionario le dijo:

-¿Está seguro? Piense en la solidez de Olympia. Producto alemán. Y ¿por qué no considera las nuevas Canon? Los japoneses acabarán dominando.

El cliente, sin dudarlo, dijo: – Todo en casa es Olivetti y ha funcionado de maravilla. ¿Para qué cambiar?

El concesionario insistió: – Pruebe una Olympia. Se la dejo en demostración sin compromiso. No siempre lo que más se anuncia es lo mejor. Además, la gente empieza cansarse de tanta Olivetti.

En estas, salió de la trastienda la mujer del concesionario con una carta en la mano y dando muestras de alegría:

– Paco, carta de la Olivetti. Nos regalan un viaje a Escandinavia. Dicen que es un premio a la fidelidad.

El cliente se marchó confuso y aturdido.

José Manuel Aguirre

Escribir al autor.


Decidió no aceptar la oferta que le presentaba el vendedor de Olivetti. Cliente con dos A413 y tres Mercator. Muchas averías. Necesita dos A1513 y no firma pedido.
– Aquí no entra nadie de Olivetti
– Comprendo su enfado
– He llamado a Gispert
– Déjeme ayudarle y solucionar el problema. ¿No me cree competente?
– Ni su director general, me serviría
– Estamos decididos a buscar la solución…. Mi director general, estaría dispuesto a comprometerse.
– ……….¡Pues, que venga si tiene…eso!
– Hasta mañana.
En la DMC:
– Carlos, mañana te quiero ver aquí de etiqueta
– Para…
– Ser Director de Olivetti (……explico………..)
– Hecho.
En el cliente:
– Le presento a nuestro Director
– Señor, conozco la situación y comprendo su enfado. Yo tomare cartas en el asunto y aseguro que en dos días, tendrá una inmejorable opinión.
– Eso espero.
– Nuestro vendedor, me informara.
En STAC:
– ¿Viste la ficha, viejo?
– Ya
– Esto no puede ser y tú eres el jefe.
– Mañana, iré personalmente y acabara todo bien, Francisco.
– Gracias.

Y…. PEDIDO FIRMADO

Francisco Pipó Rivera

Escribir al autor.


– LA CARTA –

Decidió no aceptar la oferta que le presentaba el vendedor de Olivetti. Muy a su pesar. No tuvo más remedio que renunciar. Engolando la voz para parecer mayor de los catorce años que tenía, concertó el pedido por teléfono con el concesionario de la esquina. Aquella Lettera 32 era ideal para sus fines. Quería decirle a Laura, su compañera de pupitre en el instituto, lo guapa que era, que se había enamorado de ella y que, cuando fueran mayores, se casarían. Pero era tímido. No se atrevía. ¿Y si lo rechazaba?

Por eso había pensado en la máquina de escribir. Mantendría el anonimato. Podría decirle todo lo que quisiera sin ser descubierto. Rompió la hucha. Las 1.248 pesetas que contenía no bastaban. Tuvo que desistir.

Pero a grandes males, grandes remedios. Tomó las tijeras y unas revistas y compuso:

José Manuel Aguirre

Escribir al autor.


Decidió no aceptar la oferta que le presentaba el vendedor de Olivetti.

El vendedor recordó lo que le habían enseñado en el curso de primera formación: “Hay que transformar la objeción en pregunta” y así inquirió:

-¿Por qué rechaza la oferta? ¿No cree que esta máquina hace todos los cálculos que necesita?

A lo cual el cliente respondió:

-Si, señor Jiménez, la máquina hace todos los cálculos necesarios, pero es como el pato; que anda, nada y vuela, pero no hace ninguna de las tres cosas bien

Ángel Jiménez Martín

Nota: Relato basado en un hecho real.

Escribir al autor.


– ITALIANOS, NO –

Decidió no aceptar el pedido que le presentó el vendedor de Olivetti. Aunque todas las máquinas de su oficina eran de esa prestigiosa firma italiana. Ya su padre, al abrir aquel modesto despacho de abogado, compró la primera máquina de escribir a un vendedor muy jovencito. Cabado se llamaba. Al aumentar la clientela llegaron dos máquinas de escribir eléctricas. Luego una fotocopiadora y una calculadora. Por fin, el primer ordenador. Todo, Olivetti. Calidad, diseño italiano y buen servicio. Había conocido en el Camp Nou a Jordi Calvet, un joven directivo de la empresa proveedora. Vecinos de localidad, decidieron viajar juntos a Atenas para ver ganar a su querido Barça la Copa de Europa. Por poco lo consiguen. Pero el Milan les ganó por 4 a 0. Decidió sin dudar. Ni un producto italiano más. Ni máquinas, ni pasta, ni coches. Todo alemán, que le daban leña al Madrid.

José Manuel Aguirre

Escribir al autor.


Decidió no aceptar el pedido que le presentó el vendedor de Olivetti.

Fui a recogerlo con mi coche en Sarriá/Infanta Carlota, para una demostración en Ronda.

Era un invierno aciago y lluvioso. Subió a mi coche. Sentose a mi lado. El saludo y poca conversación más.

Este cliente (pensaba yo), era un guarro. Nada mas entrar en coche cerrado, su aerofagia comenzó a tronar silenciosamente.

El me miraba, no se si con asco propio o tremenda vergüenza. Porque imagino su agobio, al verse tan olorosamente descubierto.

Mi aguante era muy alto, soñando excursiones en mi Granada, camino de los neveros, en cobijos de bestias, sin servicio de aseo propio.

Llegamos a la sala de demostraciones. Suspiro de alivio y aire acondicionado, expansionando “su olorosa presencia”. ¡Que respiro!

De pronto, su carcajada…y muchas mías, que nos hacían escandalosamente explotar.

Me enseñó la suela de su zapato. Y los dos,… rendidos nos sentamos.

Limpió su marrón.

…EL PEDIDO ERA OBLIGADO
 

Francisco Pipó Rivera

Escribir al autor.


– AQUELLA FINAL –

Decidió no aceptar el pedido que le presentaba el vendedor de Olivetti. Ahora lo lamentaba. Había renunciado a la fotocopiadora, que tanta falta le hacía en la gestoría, para poder presenciar aquella final en Leverkussen. Hace unos meses nadie podía imaginarlo. El Español había eliminado al Milan y al Inter. Había ganado en casa al Bayer por 3 a 0. Iban a ser campeones. Pero no lo fueron. En el viaje de regreso, insomne y de madrugada, imaginó cien finales de partido diferentes. Cambió alineaciones. Inventó cerrojos. Maldijo mil veces a Clemente. ¿Por qué no puso a Lauridsen? ¿Cómo se pueden encajar tres goles en pocos minutos? ¿Aquellos profesionales no sabían tirar penalties?

Estuvo así tres semanas. Nadie le metía en la cabeza que el resultado era inamovible. El Español había perdido la Copa de la UEFA y él tendría que seguir yendo a la copistería.

José Manuel Aguirre
 

Escribir al autor.


Decidió no aceptar la oferta que le presentaba el vendedor de Olivetti.”

El vendedor, se sintió fustrado. Había puesto tanto empeño en vender aquella Multisuma 20TR después de haberla dejado en demostracción casi un mes y que tenia una comisión especial importante, que algo se reveló en su interior.

Dirigiéndose a la maquina empezó a decirle al cliente:

– Mire Sr. Pérez, además de las cuatro operaciones, esta máquina si le damos a esta tecla le da el total de ventas del día, si le damos a esta otra, el total del coste de la venta y el beneficio bruto. También le da el total de Stock en unidades y Ptas….

Interrumpió su perorata y al ver la cara de asombro del cliente le confesó:

– Vaya rollo tan absurdo que te estoy metiendo.

Después de lo cual cogiendo la calculadora bajo el brazo abandonó el domicilio del cliente, dejándolo estupefacto.

Ángel Jiménez Martín

Nota: Relato basado en un hecho real.

Escribir al autor.

Categoría 3. “No firmó la nómina que le envió el Departamento de Personal de Olivetti.”

No firmó la nómina que le envió el Departamento de Personal de Olivetti.

No iba a ser un chupatintas toda su vida. Pediría el finiquito y se marcharía a Alemania, como estaban haciendo otros jóvenes, que no eran ni más ni menos válidos que él.

Siempre había sido decidido, resolutivo y trabajador. Lo había demostrado cuando con 20 años emigró solo desde Carboneras a Barcelona con cuatro perras en el bolsillo. Únicamente necesitó ayuda de su tío Luís, al principio. Y se había apañado bien estos 5 años.

Hablaría con Maiques de Personal, que parecía diferente y que seguro le entendería. No le diría que el sueldo era escaso; ni que Don José era inaguantable; ni lo oscuro de su futuro, si continuaba, porque ya le daba igual.

Estaba convencido que Alemania cambiaría su vida, a mejor. Y luego recordaría estos años en Olivetti y su estancia en Barcelona como experiencias de su primera juventud.

No tenía ningún sentido firmar la nómina.

Juan Maiques Azcárraga


No firmó la nómina que le envió el Departamento de Personal de Olivetti. De eso hacía ya casi diez años, pero todavía hoy se preguntaba por qué.

La verdad es que desde entonces no podía decir que las cosas le hubieran ido de maravilla. Vivía sin problemas, es cierto, pero después de trabajar en cuatro empresas diferentes no podía decir ni desde un punto de vista profesional ni desde el económico que hoy estuviera mejor que hace diez años.

¿Por qué no firmó?

Llevaba entonces seis años en Olivetti, conocía bien la empresa y se encontraba a gusto. Tenía buenos compañeros y el ambiente de trabajo era distendido y agradable. El era un buen comercial y ganaba bastante dinero con sus variables. Las perspectivas eran interesantes, estaba bien valorado por sus jefes y seguramente en un futuro le habrían surgido oportunidades.

Si la función hubiera sido al menos de «JEFE DE VENTAS», en lugar de aquel denigrante «VENDEDOR»…

Paco Escalante

Escribir al autor.


– PARA QUÉ –

No firmó la nómina que le envió el departamento de personal de Olivetti.

No hizo falta. Pancho, su perro, había vuelto.

José Manuel Aguirre

Escribir al autor.


No firmó la nómina que le envió el departamento de personal de Olivetti.

El procedimiento de trabajo, estaba creado de forma que mis visitas de gestión para la Auditronic, habrían de venir por avisos de la DMC. Y todo el día, me lo pasaba dentro de la “Sucursal”. No firmé la nomina que me envió Personal.

Así, hasta “Reyes”, que fui llamado.

– No tienes otra salida.
– Dame una cifra.
– Espera. ( habla con el “ecónomo”) Tanto. ( me da una cifra)
– Con esto, no tengo para mantener a mi familia, en paro.
– Tanto. …
– No.
– Tanto. ……………………

Acepté El verdadero sentido de la vida, solo la experiencia te da ojos para entender.

Aunque, … “para coger impulso, nunca mires hacia atrás”.

Francisco Pipó Rivera


No firmó la nómina que le envió el departamento de personal de Olivetti.

No. No firme la nómina.

Fui llamado por administración y me negué. Fui llamado a “personal” y sostuvimos una charla.

– Veo que siempre se niega a firmar la nomina.
– Así es.
– ¿No esta contento con el importe.?
– Si.
– ¿Con el trabajo.?
– Si.
– ¿Rinde en el trabajo.?
– No.
– No entiendo.
– Yo tampoco.
– ¿Ha discutido con alguien.?
– Nunca.
– ¿Ve mejorable su situación?
– Imposible.
– Siempre de vendedor…. ¿No vendió.?
– Nada.
– ¿Cual es su descontento.?
– Todo es alegría.
– Su historial es limpio.
– En dos años.
– En tres.
– ¡En dos.!
– ¿Cual es su queja, pues.?
– Cesarme por limpiar mi conciencia.
– ¿Tras tres años de trabajo.?
– De uno, señor.
– ¡Me subleva usted.!
– Señor, entiéndalo de una vez. ¡solo trabaje un año! Me despidieron y trabajo en otro lugar.
– …¿y los dos años.?
– Me han estado pagando ustedes dos años, sin trabajar en esta casa. ¿Lo entiende.?
– Ya.

Anónimo